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El papel social del intelectual

Florian W. Znaniecki

 

Znaniecki, Florian (1940). El papel social del intelectual. México, Fondo de Cultura Económica. 1944. 

Reseña. 

En este libro lo que al autor le importa abordar son los problemas fronterizos entre la denominada “sociología del conocimiento”, término paralelo a los de “sociología de la religión”, “sociología del arte”, “sociología del lenguaje”.

El interés de estos problemas surge en los comienzos mismos del pensamiento sociológico moderno.

Comienza dando una breve definición sobre la sociología que se interesa primeramente por una clase de sistemas llamada “social” y por  procesos que se dan en o entre esos sistemas. Estos sistemas de conocimiento o teorías (usando este término en sentido general), menciona el autor que no son evidentemente sociales.

Es por esto que en este libro se abordan los sistemas sociales, por un lado, y otras clases de sistemas culturales, en las que se encuentran muchas relaciones dinámicas de dependencia unilateral o mutua.

Dado a que la expresión “sociología del conocimiento” ha sido reconocida ampliamente en la literatura sociológica, aquí se adopta subrayando la reserva de que no significa una “teoría sociológica del conocimiento”. Ya que de otro modo, la sociología se encontraría en una posición extraña.

Se dice que una ciencia del conocimiento paralela a la sociología no intentaría estandarizar de modo normativo los sistemas que estudia, sino que los consideraría simplemente como realidades empíricas, tratando de llegar mediante su análisis comparativo a generalizaciones teóricas acerca de ellos.

En este libro se acepta como una “verdad” cualquier elemento de cualquier sistema de conocimiento tomado con su coeficiente humano, es decir,  desde el punto de vista de los hombres que creen comprender ese sistema. Es por esto que se dice que el sociólogo debe renunciar a su propio criterio de validez teórica cuando se ocupa de sistemas de conocimientos que ellos aceptan y aplican. No importa el tipo de conocimiento que esas gentes cultivan, sea técnico, normativo o teórico, teológico, metafísico, etc., va a ser su juicio, y no el del sociólogo, lo que va a condicionar la influencia, sea cual fuere, que ejerce su conocimiento sobre su vida social, y viceversa. Entonces podría decirse generalmente que todo lo que se considera como una verdad funciona como norma de pensamiento.

También se intenta examinar una parte determinada del campo que la “sociología  del conocimiento” tiende a abarcar. Se dice que la experiencia y la observación, directa e indirecta, se supone que el conocimiento, así como se ha formado históricamente, es la suma de actividades culturales específicas de un sinnúmero de individuos humanos.

Por esto, el autor menciona que como calidad de sociólogo aplica a sus datos el coeficiente humano, ya que dice que es válido para todo conocimiento considerado como  tal  por las personas que participan en él, y un “hombre de ciencia” es todo individuo considerado por su medio social y por sí mismo como especializado en el cultivo del conocimiento, prescindiendo del juicio positivo o negativo que epistemólogos o lógicos puedan emitir acerca de su obra.

Se dice que los papeles sociales constituyen una clase general del sistema social, y esta clase pueda estar subdividida en clases menos generales, éstas a su vez en subclases y así sucesivamente. 

El concepto de papel social que se explica aquí se dice que suministra un escenario a nuestros problemas actuales en la “sociología del conocimiento”. Primero se asume de manera hipotética que individuos que se especializan en el cultivo del conocimiento y que, por lo tanto, son llamados “hombres de ciencia”, desempeñan papeles sociales  de una clase determinada. Esto significa que deben existir círculos sociales para quienes el conocimiento general, o el conocimiento sistemático en particular, parece ser valioso. Para ser calificado como “hombre de ciencia” que ese círculo necesita, una persona debe ser considerada como un “yo” dotado de ciertas características deseables, y carente de otras indeseables.  

Es por esto que el autor trata de contestar preguntas fundamentales como: ¿Existen en realidad esos papeles sociales? Y si existen ¿Cuál es su composición y estructura esencial? ¿Hay entre ellos algunas variedades específicas? Y en cuanto a clase ¿cómo están relacionados lógicamente con otras clases de papeles sociales? Estos son algunos problemas del mismo tipo de descripción y clasificación sistemática de fenómenos sociales. Pero como aquí se hace un estudio de la “sociología del conocimiento”, el autor se encuentra con otro tipo de problemas marginales como ¿Existen algunas relaciones de dependencia funcional en los papeles sociales que desempeñan los hombres de ciencia y el género de conocimiento que cultivan?

Con esto a lo largo del libro, el autor abre los panoramas para estudiar los requisitos que se necesitan para los papeles sociales, también aborda el concepto de “verdad” desde las escuelas y los hombres de estudio como depositarios de la verdad absoluta; finalmente se mencionan la manera en cómo los hombres de ciencia, que trabajando individualmente se especializan en lo inesperado, se les llama exploradores porque buscan en el campo del conocimiento  nuevas sendas que lo lleven a lo desconocido. Es por esto que  han intentado que este tipo de actividad sea reconocida como función social regular, construyendo así un nuevo patrón de papel científico social que implica una nueva concepción del conocimiento mismo.

Finalmente el autor termina dando una diferencia en cuanto a los estudios que hace un “hombre de conocimiento” y un explorador en la cual se le muestra como un descubridor  de hechos, un descubridor de problemas y la diferencia que tienen con los teóricos inductivos debido a que no todos los que participan en el desarrollo creador del conocimiento y reflexionan acerca de él, conciben del mismo modo el significado histórico de su función; ya que, los hombres de ciencia que investigan la realidad natural, particularmente los que se especializan en las ciencias físicas, tienden a interpretar este significado de distinta manera que los hombres de ciencias humanistas que exploran el campo empírico de datos culturales. 

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