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La herencia psicológica

Theodule Ribot

 

Ribot, Th. (1873). La Herencia Psicológica. Madrid: Librería de Frenando Fé. 1900.

Reseña.

Théodule-Armand Ribot (1839-1916), nos ofrece en La herencia Psicológica, un ensayo que tiene una pretensión muy clara, postular la existencia, no sólo, de la transmisión y conservación de aspectos fisiológicos, sino que la herencia transmite, conserva y acumula, hábitos intelectuales y morales (aspectos psicológicos). La obra parece un ataque y completa oposición hacia las teorías que promueven que la imitación, la educación y lo social explican el comportamiento, el autor nos dice que no lo hacen, ni para el animal, ni con el humano (al menos en una primera parte, después dirá que si tienen algo de participación). Otro punto a notar o destacar es que el autor ofrece una argumentación que defiende un método diferente al estadístico o matemático, basado más en la observación y datos construidos a lo largo de la historia, tomados de la fisiología, de las enfermedades mentales, de la psicología animal y humana, para demostrar las variedades de la transmisión hereditaria. Pero recorramos brevemente la obra en cuestión para tener un atisbo de lo que Ribot argumenta. 

El ensayo comienza por exponer la herencia fisiológica y tratarla como una ley en todas las formas de la actividad vital, entontes habrá tanto factores externos (tono de piel, estatura, color de ojos, etc.) como internos (inmunidad para enfermedades, la abundancia de sangre, la fecundidad, etc.) que son heredados, no así las intervenciones sobre algún aspecto concreto, tómese como ejemplo el corte de cola de ciertas especies de perros o la circuncisión practicada entre los judíos. Esto será en preámbulo para saber si ocurre lo mismo en el orden psicológico.

Los instintos, sean estos primitivos o naturales y los adquiridos; las facultades perceptivas, vistas estas como un hecho de naturaleza mixta (fisiológica y mental), donde entran el tacto, la vista, el oído, olfato y el gusto; la memoria (por esencia un hecho biológico, por accidente, un hecho psicológico) y los hábitos; la inteligencia (y sus facultades de abstraer, de juzgar, de razonar, de inventar); los sentimiento y las pasiones (el juego, la avaricia, el robo, el homicidio, etc.); ejemplos en la historia de facultades activas (visto en “hombres de acción”); el carácternacional puesto en las masas (lo mismo en un pueblo que en una familia); y las anomalíaspsicológicas (en su rubro se hallan la epilepsia, el histerismo, la hipocondría, el suicidio, la enajenación mental –alucinaciones, la demonomanía, lipemanía-, y algunas formas extremas de degeneración intelectual: la demencia, la parálisis general y el idiotismo), todo esto nos dice Ribot se transmite, conserva y acumula gracias a la herencia.  

Formulados varios ejemplos salidos de la psicología animal y humana, de  la patología y de la historia, queda, pues, saber si la herencia es una ley del mundo moral u otra cosa (casos aislados producto de otras leyes). Se presentan diferentes posturas que contradicen que la herencia sea una ley, pero se concluye que la herencia es la ley, la no-herencia la excepción, se plantea esto en la totalidad de los hechos, donde “la herencia aparece como universal; tanto, que lo que puede sorprender no es que haya en los seres vivos caracteres hereditarios, sino que los haya que no lo sean” (p. 152).  

Entonces la herencia es una ley (de lo semejante a lo semejante), pero una que se descompone en leyes secundarias, tomadas estas como leyes empíricas de la herencia, no de leyes científicas, y usadas como “un medio cómodo de clasificar los hechos en categorías y en subcategorías”  (p. 155). Tenemos que las leyes quedan así: 1º ley de herencia directa e inmediata; 2º ley de preponderancia en la transmisión de los caracteres; 3º ley de herencia regresiva o mediata, atavismo; y 4º ley de herencia en los periodos correspondientes de la vida

La tarea de Ribot fue presentar cuatro fórmulas, es decir, leyes que significan generalización de los hechos, en la versión cuantitativa los hechos son materia de cálculo, donde son agrupados, no para deducir leyes, sino medidas proporcionales. Para Ribot es una ilusión “Creer que porque se emplean procedimientos matemáticos, se llega a una certeza matemática” (p. 201). Tal parece que la estadística no cumple lo que promete “Pero comprobando los hechos y agrupando las cifras, llega, por otro camino que el nuestro, al mismo resultado: a establecer la herencia psicológica y la realidad objetiva de sus leyes” (p. 202). 

Y parece que aún en la herencia hay excepciones que quedan reductibles a dos categorías: 1. Las que proceden de la herencia misma, y por consiguiente sólo son aparentes; y 2. Las que resultan de causas extrañas a la herencia. Lo cual no echa por tierra el trabajo realizado, ya que el entendimiento de la naturaleza de una ley por el conocimiento de las anomalías viene a complementar lo ya hecho. Entonces se dirá que las excepciones sólo son apariencias, por lo tanto, la herencia es la ley.

¿Qué consecuencias se desprenden de postular la herencia psicológica? El primer paso o tarea es demostrar cómo la herencia contribuye a la formación de ciertas facultades intelectuales o sensitivas y de ciertos hábitos morales. Para ello se verá la ley de evolución bajo su aspecto psicológico y en sus relaciones con la herencia. Teniendo como resultado que la herencia trasmite, conserva y acumula, lo que produce hábitos intelectuales y morales, además que cierto progreso lleva a otro, y la pérdida a otra pérdida, las soluciones quedan en ver a la herencia como un motor de creación o bien como uno de conservación, la elegida por Ribot es la conservación. 

En cuanto a las consecuencias psicológicas de la herencia se tiene que: “aparecen bajo una doble forma: prepara el provenir, haciendo posible por la acumulación de sentimientos simples la producción de sentimientos más complejos; o bien retorna hacia el pasado trayendo formas de actividad sensitiva, naturales en otro tiempo, pero en desacuerdo ahora con el medio” (pp. 294-295). 

Las consecuencias morales de la herencia parten de la personalidad, el carácter, donde éste es la causa inmediata de nuestros actos y un producto de la herencia. En cuanto a la educación se tiene que no lo es todo, pues “lo que es menester demostrar es que preexisten [la variación espontánea y la trasmisión hereditaria] a la educación, que las transforma algunas veces, pero que no las crea jamás” (p. 303). Para la formación de hábitos morales se tiene que la herencia también participa y es acompañada por la educación, las instituciones sociales, es decir, de la socialidad, por lo que “El hombre ha llegado a ser moral, porque es sociable. La moralidad ha influido a su vez sobre el estado social; pero antes de devenir una causa ha sido un efecto. Es, pues, en los instintos sociales donde la moral tiene su fuente” (pp.310-311). Ciertas condiciones de existencia, es decir, la base de toda moral, han sido sustituidas por condiciones más y más complejas, que han hecho posible cada etapa de la civilización. Sin embargo “La herencia tiene no obstante un reverso. Si por acumulación contribuye al progreso, conserva también o aporta al curso de la civilización sentimientos y tendencias que no están en relación con tal medio” (p. 316).

Finalmente en las consecuencias sociales de la herencia se nos habla del cruzamiento (término que suena horrible), también de los matrimonios consanguíneos que suponen una degradación y extinción de sus practicantes, Ribot nos dice “La consanguinidad no es más que un modo de herencia, pero llevada a su más alto poder” (p. 326). En cuanto a las instituciones civiles y políticas se revisa el papel de la herencia en la familia, las castas, la nobleza, las profesiones y la soberanía (donde se puede decir que de hecho la herencia, como institución política, tiende a desaparecer).

Tras lo expuesto por Ribot, en cuanto a las leyes de la herencia, el humano ¿puede aprovecharlas? ¿Puede emplearlas en el perfeccionamiento de su especie? Desde el punto de vista psicológico ¿es posible, por el camino de la selección y de la herencia, aumentar en una raza la cantidad de inteligencia y de moralidad? De poder hacerse esto ¿sería deseable? ¿Ético? En su época apenas se planteó esto como una aplicación práctica.

Finalmente la conclusión de Ribot es que: “La herencia es, pues, indudablemente, un determinismo, y, cosa que le distingue de cualquier otro, un determinismo específico, el hábito de una familia, de una raza o de una especie. Por ella, nos sentimos cogidos en la cadena indestructible de efectos y causas; por ella, nuestra mezquina personalidad está unida al origen último de las cosas, a través del encadenamiento infinito de las necesidades” (p. 382).

 

Referencia.

Durkheim, E. (1987). El Suicidio. México. Ediciones Coyoacán. 2000. 

 

 

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