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La morale de l'ironie

Fr. Paulhan

 

Paulhan, Frédéric (1909).La morale de l'ironie. Paris, Librairie Félix Alcan. 1925. 

Reseña. 

El estilo de esta obra puede considerarse como un modelo sobre la expresión de las ironías de nuestra moral actual y surge en el año de 1909. Contiene cuatro capítulos de los cuales en el primero se  habla sobre la contradicción del hombre en cuanto a la humanidad y contra él mismo, una oposición que evidentemente crea una dualidad del hombre, un animal social, y un individuo egoísta. Conflictos que entre la vida individual y social interrumpen en todos los seres.

El segundo capítulo trata sobre el rol de la moral donde el autor menciona que el hombre  no es un animal social; no está el serlo ni en su naturaleza ni en sus orígenes. El hombre social se ha socializado premeditadamente, por cálculo y por conveniencia. Es decir, esta contradicción surge y surgirá entre los sentimientos ingénitos y los sentimientos que la sociedad en que vivimos nos impone.

El tercer capítulo habla sobre las inmoralidades de la moral. En este apartado habla sobre lo que nos falta para constituirnos como sociedad. Al mismo tiempo  nuestros instintos egoístas, mal que bien, aseguran la armonía del cuerpo y nuestra vida mental, por ello,   acabamos por tolerarnos por la fuerza de las circunstancias.

En tales condiciones, nuestra moral es el objeto de las interpretaciones más diversas por parte de cada uno de los individuos, que la entiende de la manera más conforme con sus necesidades y sus propósitos. Cada uno quiere exigir de los demás aquello que le interesa y hasta transige en observar cierta reciprocidad. 

Paulhan dice que “El espíritu social nos une engañando y encadenando nuestros instintos egoístas. Él es quien nos liga unos a otros cuando nuestros deseos individuales quieren separarnos y hacernos combatir. Él es quien nos convierte en una horda peligrosa y agresiva, somos como bandidos que se conciertan para echar mano a una presa, y unidos se entienden, y hasta sacrifican por un momento sus convivencias personales al orden general establecido”.

El último capítulo trata sobre la ironía como actitud moral mencionando que la concepción de nuestro mundo y de nuestra sociedad nos dicta nuestra moral. Por lo que respecta al individuo, la moralidad de sus procedimientos no está siempre en una razón de las determinaciones de la sociedad: varía según su idiosincrasia y no según las exigencias impuestas. En este punto, la moral por la moral encuentra sus razones justificativas. Pero como los individuos constituyen y forman las sociedades por la determinación de sus voluntades diversas, las sociedades así formadas resultan necesariamente heterogéneas. Una sociedad perfecta, en cambio, sería aquella que formase ad hoc a los individuos que habrían de constituirla. Para los efectos sociales, el individuo puede considerarse como una organización concluida, particular, independiente, en tanto que la sociedad es una organización en vía de formarse que trabaja apenas por colocar sus bases. Y, en el presente, estas bases no pueden ser otras que el propio estímulo del egoísmo indivual.

Fr. Paulhan muestra la preocupación por deslindar la ironía retórica de la ironía filosófica. En la raíz de la ironía socrática puede verse un elemento ético y moral sobre el que éste autor reflexiona; rechazando la ironía satírica y burlona por considerarla destructiva y defiende la ironía moral, que es expresión de una posición relativista ante la vida. En rigor, la perspectiva del ironista debe ser esencialmente antidoctrinal, como en el método socrático, y de ahí su dificultad, puesto que de este modo descubre las limitaciones y falsedades de los valores absolutos y la inquietante contradicción de las relaciones del hombre y el mundo.

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