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Halbwachs, Maurice (1925). Los marcos sociales de la memoria. Barcelona. Anthropos. 2004.
Reseña.
Maurice Halbwachs en su obra clásica Los marcos sociales de la memoria, de 1925, contribuyó al panorama y discusión sobre la teoría y los estudios clásicos de la memoria, aportando una mirada distinta a aquellas más interesadas en saber cómo se da la adquisición de los recuerdos y su conservación, para el autor resultó más relevante dar cuenta de la evocación de los mismos, suceso que sólo tiene cabida en el entorno social. El contexto en el que se realiza esta labor se da a finales del siglo XIX y principios del XX. Halbwachs no se encontraba solo en la tarea, personalidades como Bergson (autor con el que se sostiene la discusión a lo largo de la obra y posteriormente en el libro La memoria colectiva de 1950), Freud, Svebo, Proust, Mahler (Namer, en Halbwachs, 1925), entre otros, también compartieron interés en el estudio de la memoria.
El libro está compuesto por ocho capítulos, una conclusión y un Postfacio escrito por Gérard Namer. Se parte diciendo que gracias al estudio del sueño se llegó a la conclusión de que el pasado no se conserva, sino que se reconstruye desde el presente. A diferencia de las imágenes de los sueños, que son, algo así como una colección de fragmentos tomados y dispuestos en el momento en el cual tienen lugar, el recuerdo requiere de instrumentos para ser evocado (lugares, formas, nombres, reflexión), y mientras el sueño puede prescindir de la sociedad, nuestros recuerdos se apoyan en otros más, que corresponden a los de aquellos grupos de los cuales formamos parte, es decir, descansan en los grandes marcos de la memoria de la sociedad.
En cuanto el lenguaje y la memoria, Halbwachs continua refiriéndose al sueño, pero ¿Cuál es el papel del lenguaje en el sueño? La hipótesis queda en que el ser humano cuando duerme no cesa de hablar interiormente. No obstante la memoria depende de la palabra y sólo se da al interior de una sociedad y cuando se aleja de ella tiene menor capacidad de recordar. Por su parte el lenguaje consiste “en una cierta actitud del espíritu, que sólo es concebible en el interior de una sociedad, ficticia o real: es la función colectiva por excelencia del pensamiento” (p. 89), cuando se da la pérdida del lenguaje es como si se disipara el contacto con el mundo social. En fin “Las convenciones verbales constituyen el marco más elemental y estable de la memoria colectiva: marco singularmente impreciso e indeterminado, puesto que deja pasar todos los recuerdos aunque sean poco complejos, y sólo conserva unos detalles aislados y unos elementos descontinuados de nuestras representaciones” (p. 104).
Se dirá que el pasado no permanece fijo, es reconstruido, pues diversas épocas de la vida acontecen y a medida que esto sucede van perdiendo su forma y su aspecto original. En el mismo sentido de la reconstrucción, se dirá que el niño recuerda con más fervor pues sus marcos se hallan situados o más bien concentrados en muy pocos rincones (lugares, tiempos), el adulto vive en el presente, el recordar no es una necesidad, por lo que los recuerdos más añejos quizás se pierdan o simplemente no sean requeridos, mientras que en el anciano no es que se recuperen los recuerdos, sino que se hace usos de los que aún se tienen para valorizar su estancia. Borrando la distinción de las etapas de la vida, se podrá decir que es desde el presente que se recuerda, estando enclavados en ciertas peculiaridades de la vida social, lo que inyecta en el recuerdo algunas disparidades con los marcos donde se hallan los recuerdos.
Estrictamente hablando la localización de los recuerdos se da en una serie de reflexiones apoyadas en unos puntos de referencia colectivos, es decir, en el espacio y en el tiempo, que no está de más decir que no son individuales, sino que “son comunes a los hombres de un mismo grupo” (p. 157). En cuanto a la evocación de los recuerdos “La razón de su reaparición no está en los mismos recuerdos, sino a su relación con nuestras ideas y percepciones del presente: no partimos pues de ellos, sino de esas relaciones” (p. 170). Una vez más “hemos visto que lo que nos aproxima de los recuerdos más recientes no es que son continuos en el tiempo, es que forman parte de un conjunto de pensamientos comunes a un grupo, al grupo de hombres con los cuales nos encontramos relacionados para ese momento, o nos habíamos relacionado el día o los días precedentes” (p. 172). Hasta este punto Halbwachs nos presenta una Teoría Sociológica de la Memoria. El estudio mismo de la Memoria Colectiva se halla en los tres capítulos siguientes, dedicados a la memoria colectiva de la familia, la religiosa y la de las clases sociales y sus tradiciones.
En fin, Los marcos sociales de la memoria, es un referente necesario para quienes se interesan en el estudio de la memoria, sobre todo si es desde una mirada colectiva, aunque puede resultar una lectura atrayente aún desde otras perspectivas. Si bien existen otros autores y textos inmersos en el mismo tema, sigue siendo Halbwachs quien expone de manera más bonita aquella reconstrucción del pasado, hecha desde el presente en el que se encuentran los grupos.
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