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Freyer, Hans (1923). Teoría del espíritu objetivo. Buenos Aires. Sur. 1973.
Reseña.
Libro que aparece en el año 1923, con la finalidad de servir como una “introducción a la filosofía de la cultura”. Es una obra clásica en el ámbito de la filosofía de la cultura; la cual estudia los grandes problemas que giran en torno a las preocupaciones esenciales del pensar filosófico: los problemas del ser espiritual.
Freyer divide este trabajo en tres partes acompañadas de una breve introducción. Ésta se ocupa, en primer lugar, de limitar los conceptos y situar al lector en el contexto adecuado. Las personas nos encontramos ante un mundo compuesto en gran medida de documentos de la humanidad, no de meros objetos. Una piedra tallada preparada para poder cortar, un código legal milenario o una fiesta inmemorial son trozos de la tierra conformados mediante la acción del espíritu humano. En la medida en que la historia del mundo nos ha transmitido las cristalizaciones de esta acción en forma de restos, podemos encontrar el espíritu humano del pasado frente al espíritu humano de nuestra época, de forma que la humanidad actual y la que pasó por este escenario hace miles de años, se encuentran en la herencia recibida. Este hecho de imprimir humanidad en los objetos que el ser humano encuentra es, a modo de definición inicial, la cultura.
Según Freyer, la cultura se asienta en unas determinadas características de la vida humana que son: el ser humano se mueve por sentimientos y sigue sus instintos, obra con finalidad, liga representaciones y acuña conceptos. Estos cinco rasgos de la persona serían el soporte de la capacidad que el ser humano tiene de crear cultura. Por tenerlas podemos proyectarnos al interior de las cosas de una humanidad extraña a nosotros y reconstruir creativamente los contenidos anímicos que hay en ellas.
Nos habla sobre la existencia de unos términos que son relevantes para la teoría de la cultura, y sin los cuales ésta no se entiende, los cuales son “comprender” y “crear”. En la dinámica que es propia de la cultura, la comprensión es clave para hallar el significado de lo que otros nos legaron, en cambio, la creación es un movimiento que apunta al futuro. Del pasado al presente y del presente al futuro se va configurando la cultura, una dinámica temporal que se encuentra en la entraña de los fenómenos culturales.
El trabajo de Freyer se desarrolla en tres capítulos, el tercero nos habla sobre el espíritu objetivo ya como un sistema, se busca el “origen” de lo que llamamos cultura en todos los ámbitos de sentido, es decir, que le damos sentido a todo los que nos rodea en la vida por medio del espíritu. Los dos primeros capítulos constituyen el corazón de la obra. En el primer capítulo hace hincapié en el ser de la cultura, en su objetividad, el segundo procura responder al problema de los procesos por los que atraviesa ésta, como realidad dinámica.
En esta segunda parte del libro Freyer la dedica a estudiar el espíritu objetivo como proceso. Esta dinámica la estudia Freyer desde tres perspectivas: en primer lugar, desde el punto de vista del receptor o recreador; en segundo lugar, desde la perspectiva del creador original; finalmente, lo estudia desde los posibles procesos que pueden darse en el interior de las formas culturales. La vida en circulación, fluyendo a través de los objetos culturales, no simplemente realiza el significado de las formas objetivas, sino que le da vida, lo reconstruye y lo disuelve en la vida actual, trabaja en su lenta transformación, con sus impulsos activos trabaja sobre la forma objetiva como un escultor la escultura. El ejemplo más claro es el lenguaje que encontramos en nuestra sociedad, pero que a la vez la vida de las personas va modificando y recreando.
También este capítulo habla sobre los procesos que pueden padecer los objetos culturales que completan la descripción de su dinámica. En la comprensión cada significado es reactivado por un sujeto, éste busca con sus propias fuerzas el contacto con la forma objetiva, y ésta atrae hacia sí al sujeto capacitándole para que haga conexiones de sentido que no podría alcanzar en soledad. Ante esta situación caben dos opciones, o que triunfe la forma objetiva o que triunfe la subjetiva. Si vence la primera, la obra puede transformar la realidad del viviente, arrebatándonos desde nuestro terreno hacia el suyo y, en lugar de servir, se convierte en tirana. La otra posibilidad es que, gracias al poder del sujeto comprensivo, se deshaga el poder de convicción del significado objetivo, así triunfe la vida sobre la cultura por la fuerte creatividad del ser humano y se provoquen cambios en el significado de las formas.
La finalidad de estos procesos culturales, en opinión de Freyer, son procesos que tratan de aflorar aquello “eternamente humano”, es decir, que el ser humano alcance su plenitud.
El libro de Freyer es un recurso valioso que nos ayuda a comprender la teoría de la cultura, ya que permite, en cierta medida, profundizar y ordenar los conceptos básicos que nos permitirán entender las diversas manifestaciones del espíritu en aquello que llamamos: “cultura”.
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